domingo, 1 de octubre de 2023

Anti(pos)modernos españoles

 

Memoria de Sta. Teresa del Niño Jesús, v. y dra.

 



Anti(pos)modernos españoles, mi nuevo ensayo que acaba de aparecer en la Editorial Sindéresis, intenta trazar algunas líneas alternativas de nuestro pensamiento literario contemporáneo. Entrando en debate con la conocida obra de Antoine Compagnon, sus capítulos recogen el perfil de ensayistas, narradores y poetas cuya posición política y estética desafía las etiquetas ideológicas más rígidas. La nómina incompleta y personal seleccionada muestra la riqueza «conservadora», «secreta» y «cronoclasta» de una reflexión que ha puesto en jaque la asociación de modernidad y progreso en nombre también de la libertad y la tradición. Aunque los nombres de Ángel Ganivet, Wenceslao Fernández Flórez, Rafael Sánchez-Mazas, José María Pemán, Juan Ramón Masoliver, Julián Ayesta, Luis Rosales, Álvaro Cunqueiro, Ramón Gaya, José Jiménez Lozano, Miguel d’Ors, Julio Martínez Mesanza, Juan Manuel de Prada y Enrique García-Máiquez no agotan un panorama amplio y complejo, bastan para representar unos principios y unas virtudes artísticas y morales que han forjado una parte sustancial de la personalidad histórica y cultural de España en el último siglo.

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No responde este volumen al género estricto de un ensayo académico y, sin embargo, tampoco se conforma con adaptar el recurso de la antología de artículos. Anti(pos)modernos españoles es un croquis por donde respiran maneras de escribir la realidad histórica y de leer las experiencias del tiempo que aquella ha logrado crear. Quisiera ser tomado simplemente por un opúsculo o, como mucho, por un libelo.

Suele definirse el primero como una obra científica o literaria de poca extensión. La obra científica puede ser literaria por una cuestión de estilo. Aunque no practique las archinormas genéricas con que los códigos universitarios actuales han logrado aherrojarla, la obra científica también debería volver a ser literaria por un diseño de construcción que la singularice, sea cual sea su modalidad o su alcance.

El opúsculo guarda así un trasfondo que limita con el libelo, tanto por su condición de libro pequeño como además por la de escrito que infama a alguien o algo. De modo indirecto y breve, el nuestro denigra que se denigre por defecto unos modos de hacer literatura. En su heterogeneidad política, social y cultural han experimentado a fondo con no pocos de los artificios imaginativos que, al delinear una parte sustancial y olvidada de su memoria sentimental, forman parte de la historia literaria y crítica española. Su brevedad esquemática ojalá consiga mantener el tono de una polémica matizada.

Etimológicamente, preliminar remite a un umbral en el momento previo a que alguien lo traspase. Sin embargo, entrar en una casa no es simplemente desplazarse de un espacio a otro, de un afuera a un adentro. Dijo Gaston Bachelard: “El hombre es el ser entreabierto”. Añadió que nuestra vida es el relato de las puertas que se abren y de las que se cierran y de las que quisiéramos volver a abrir. En el trazado de ese límite, donde se asoman los autores que se propone estudiar, desean moverse estas páginas.

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Con este breviario abro un nuevo itinerario. No abandono el monasterio. Me inclino sobre el escritorio y me pongo a rumiar en odres viejos vino nuevo, o al revés. No dejo de meditar si no debiera mantenerme en silencio evitando la tentación polígrafa. Me consuelo – o lo intento- con que en el principio era la Palabra y no el Silencio. Sin la Palabra no podríamos descansar en el Silencio. Nos rodearía el rumor ensordecedor del Caos o el eco vacío de la Nada a la espera de que el Espíritu creador diese razón de ellos. La verdad de todo libro llega después, en el silencio que sus palabras han podido engendrar. Tras los autores de Anti(pos)modernos españoles late, secreta y cronoclasta, la sombra de mi conservadurismo: la lectura como espacio paradisiaco.

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