Memoria de Sta. Teresa de
Jesús, v. y dra.
Codex Nitriensis |
Entre esos libros
académicos que dejan una huella que afecta a una forma de comprender la
disciplina literaria no he dejado de rumiar el sistema que Gérard Genette pretendió
desplegar en Palimpsestos (1982). A posteriori podría resultar
satisfactorio señalar las limitaciones, las carencias o los malentendidos que
se colaron entre sus categorías y sus conceptos. Era la obligación de cualquier
paper con pretensiones científicas. A priori, sin embargo, dio consistencia
y orden a las intuiciones de un creador de segundo grado como El peregrino absoluto.
***
En la Exégesis de otros lugares comunes mi peregrino absoluto ha ejercido hasta el exceso todos
los tipos de relaciones transtextuales. Ha citado, ha plagiado (en cursiva), ha
aludido otros textos. Ha introducido una dedicatoria, un prólogo y un epílogo.
Ha convertido la exégesis en una crítica de las frases hechas que inundan el
discurso cotidiano, convertido ya en la grotesca réplica de la jerga
informativa. Ha construido su discurso sobre la percepción de géneros breves,
tanto en el nivel formal (el aforismo, el poema en prosa, la glosa…) como
histórico (barroco, simbolismo, deconstrucción). Y, sobre todo, no ha ocultado
su operación de transformar como
hipotexto la Exégesis de los lugares comunes
del maestro Léon Bloy. A su manera, es un libro anti(pos)moderno.
***
En la primera
parte de su libro, Genette incluyó esquemas que resumían las posibilidades
teóricas de su investigación. Reabro el cuaderno de cuadrícula en el que fui anotando con cuidado hace casi treinta años mi lectura de Palimpsestos. Encuentro girado a la izquierda, en un lateral de una hoja vuelta, el “Cuadro
general de las prácticas hipertextuales”. Según el criterio del régimen -serio-
y de la relación -de imitación-, debería incluir el itinerario de mi peregrino
en la imitación seria o forgerie.
***
Mientras ojeo las
líneas, voy topándome con las dificultades que el estilo de Bloy plantea a cualquiera de sus imitadores. Es un campo
minado. Lo más fácil sería parodiarlo: parodiar la parodia anularía, con una
seriedad ridícula, el esfuerzo paródico. Como un mimotexto, mi peregrino ha sido consciente de que, como “es
imposible imitar un texto”, “sólo se puede imitar un estilo, es decir, un
género”. Toda imitación, por la matriz que la impulsa, es siempre indirecta, está
separada de su origen. En tanto que pastiche
es un homenaje. En tanto que hace de la seriedad de este homenaje el esfuerzo
de replicar el sentido polémico y satírico de su hipotexto, pone a prueba la
norma no sólo estilística sino también genérica que moviliza su deseo. A su
modo, asume la Ley del Padre.
***
Decía Genette: “la
esencia misma del pastiche implica una saturación estilística considerada no
sólo como aceptable, sino como deseable, puesto que en ella descansa lo
esencial de su atractivo, en régimen lúdico, o de su valor crítico, en régimen
satírico”. Siendo en la relación filial del peregrino
(de lo) absoluto indisociables uno y otro régimen, la capacidad de
simbolizar sitúa el sentido de la trama, borrada, en otro lugar. Para Genette era una ley histórica la incompatibilidad
de una continuación alógrafa y la conservación de esbozos autógrafos. En esta nueva
peregrinación la prolongación sólo puede ser alógrafa. Forma parte del misterio
de la transmisión.
***
A Genette le
interesaba sobre todo la categoría de la narratividad, el tejido imaginario de
un mundo ordenado. A Bloy, la escritura, la energía fatigada de una Palabra en
caída.
***
Leo ahora uno de los lugares comunes de Bloy.
Avergonzado, bajo la cabeza.
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